Estos días se ha hablado mucho en los mentideros de Internet de las nuevas condiciones de servicio de WhatsApp. En ellas damos permiso para los datos cruzados entre la aplicación de mensajería y su matriz, Facebook. Es decir, que la red social pueda unir en una sola base de datos lo que sabe de nosotros por ambos servicios para emplearlo con fines publicitarios. En realidad, el cambio no afecta a los usuarios en la Unión Europea, ya que las directivas comunitarias impiden ese tipo de comportamientos y aunque los usuarios se vean obligados a aceptarlo para seguir usando el servicio, en la práctica no lo pueden llevar a cabo. Pero esto es solo la punta del iceberg de los problemas que enfrenta la red social en Estados Unidos y que pueden acabar obligando a dividirla en trozos, un resultado que afectaría de lleno al marketing digital. En Ágatar te contamos lo que pasa.
Europa ha sido por lo general mucho más dura con los requisitos legales para las grandes de Internet, pero al otro lado del charco la tendencia está empezando a cambiar. Y un proceso legal abierto a finales de 2020 pone la mira en el conglomerado de empresas y servicios que tiene Facebook. La demanda, que aporta datos recopilados durante años de investigación, acusa a la red social de abusar de su posición dominante para aplastar a la competencia. Y ponen el acento principalmente en la adquisición de Instagram y de WhatsApp y lo que eso ha supuesto para eliminar o dañar irremediablemente a las compañías rivales en el campo de las redes sociales y la mensajería.
Ya en verano la comisión de investigación que se abrió en el Congreso contra las prácticas dominantes de todas las grandes de Internet puso la base para el movimiento que han iniciado ahora todos los fiscales generales de los diferentes estados de la Unión y que en última instancia podría obligar a Facebook a vender tanto Instagram como Whatsapp, para volver a generar una competencia sana en el mercado. Esa solución está apoyada además por la FTC, la comisión de los mercados y la competencia en EE. UU., que lo ve como una buena solución para acabar con la posición demasiado dominante de Facebook en el mercado. Existe además el precedente del gigante de las telecomunicaciones AT&T, que tras un proceso similar en 1982 se vio obligada a vender parte de sus divisiones de negocio.
Campañas de publicidad conjuntas
¿Qué supone esto para el marketing digital? Obviamente, se pierde la capacidad de lanzar campañas coordinadas entre Facebook e Instagram, controlándolas desde una misma interfaz. Por supuesto, podemos lanzar esos anuncios por separado, pero perdemos la integración de datos para contar con una audiencia más adecuada a los perfiles que estamos buscando. Y esto llega precisamente cuando Facebook está empezando a aprovechar realmente esa integración con la llegada de nuevas posibilidades al Business Suite, su plataforma para manejar los datos de ambas plataformas desde un mismo lugar.
Pero no todo es negativo. Esta clase de movimientos también traen más confianza de los usuarios. Mantener unos niveles adecuados de transparencia se antoja imprescindible para que sigan usando el servicio. Curiosamente, las nuevas condiciones de WhatsApp han tenido como efecto colateral un aumento significativo de las descargas de dos de sus aplicaciones rivales: Telegram y Signal, que han hecho gala precisamente de la privacidad como gancho para atraer a los usuarios. De hecho, Telegram ha anunciado que ha tenido 25 millones de descargas a nivel global en solo 72 horas y ya sobrepasa los 500 millones de usuarios activos. Una cifra todavía alejada de los 2.000 millones que se estima que tiene WhatsApp, pero que da idea del crecimiento de una plataforma que pone el acento en otro tipo de interacción empresa/usuario: los canales de difusión. Veremos cómo reacciona Facebook ante estos hechos, pero está claro que en el marketing va a ser necesario un crecimiento que respete los deseos de los usuarios y que ponga la seguridad de los datos al frente de toda la estrategia.
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