Somos lo que comemos. Algo que es tan cierto que no vamos a descubrir la pólvora al recordarte que llevar una alimentación equilibrada y saludable supone una garantía de bienestar para el organismo. Pero las prisas, el estrés y nuestro modo de vida parecen, muchas veces, empeñados en llevarnos la contraria.
La incidencia de la alimentación en la salud está más que demostrada por centenares (sino miles) de estudios científicos. Y como la entrada del otoño, tras las vacaciones, supone un momento ideal para un reinicio físico y mental, estamos firmemente convencidos de que una nutrición cuidada debe ocupar un lugar preferente en tu día a día.
Los Agatares nos consideramos gente foodie y disfrutamos de la buena mesa. Y también tenemos claro que comer sano ni de lejos tiene que ser aburrido, que ambas cuestiones son compatibles. En este post vamos a proponerte una serie de tips para que tu dieta mejore sin que te suponga un sobreesfuerzo ni un sacrificio. Tu cuerpo lo agradecerá (y también el planeta).
¿Y por qué hablamos hoy de alimentación? Muy sencillo, porque cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación promovido por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este año, la conmemoración llega bajo el lema “No dejar a nadie atrás” como un mensaje a la importancia de garantizar el acceso a una alimentación variada y equilibrada a toda la población mundial.
Ahora sí, vamos a por esos consejos:
Planifica tu menú semanal (y tu compra)
Si el lunes por la tarde ya sabes que toca revisión en el dentista y el jueves tienes previsto ir a yoga por la mañana. ¿Por qué no dedicar también un rato a pensar qué vas a comer durante la semana?
Al planificar un menú semanal se obtienen numerosas ventajas a la hora de mejorar nuestra alimentación. La más importante: poder trazar un calendario equilibrado en cuanto al consumo de carne, pescado, legumbres, verduras y otros alimentos.
Con una planificación medianamente flexible (no pretendemos convertir tu cocina en la de un cuartel) también ahorrarás tiempo y dinero. Las salidas a la compra serán menores, podrás aprovechar los productos de temporada y evitarás compras por impulso.
Batch Cooking, redescubre el ‘tupper’ de toda la vida
El Batch Cooking es tendencia en la cocina moderna. Básicamente, se resume en dedicar unas horas en la cocina para elaborar una serie de alimentos y preparaciones básicas para consumir durante la semana. Si has planificado tu menú, hacer un Batch Cooking se convierte además en una tarea placentera porque sabrás de antemano que no habrá apenas desperdicio.
Puedes preparar decenas de elaboraciones que se quedarán preparadas para un último proceso antes de cada comida: verduras cocidas o asadas como guarnición o para salteados; arroz y pasta como bases o acompañamientos; sofritos como base para guisos rápidos y salsas para carnes o pescados… El universo del Batch Cooking gana adeptos cada día y hay decenas de recetarios y propuestas en Internet a los que puedes echar un vistazo para inspirarte.
Siempre que puedas, compra bio y de kilómetro cero
Seguro que tienes cerca algún comercio de proximidad, frutería o pescadería con un buen surtido a un precio ajustado. Compra siempre que puedas en los mercados locales por ser garantía de frescura, cercanía en el trato y para contribuir a la economía y vida de los barrios de nuestras ciudades.
Además, si el producto es de kilómetro cero (o lo más cercano posible) le estaremos haciendo un gran favor al medio ambiente reduciendo nuestra huella de carbono. Y otro aún mayor si introducimos en nuestra dieta los productos bio. La producción orgánica garantiza, bajo estrictos controles regulados por ley, que los alimentos se encuentren libres de elementos químicos ni artificiales durante todo el proceso.
Comida real: Huye de los ultraprocesados
Procura que en tu cesta de la compra la “comida real” sea la mayoría. Productos en su presentación natural o lo menos transformados posible. Los ultraprocesados abusan de las grasas de baja calidad como el aceite de palma, que contribuye a la deforestación, y de añadidos químicos.
Si compras algún producto elaborado, fíjate bien en su listado de ingredientes para que esté compuesto por los más cercanos a la receta original. Por ejemplo, para una salsa de tomate lo ideal sería que apenas lleve un buen Aceite de Oliva Virgen Extra, poca sal y poco más.
Además, recuerda que en listado de ingredientes, el orden en el que aparecen va de mayor a menor cantidad en la elaboración. Es decir, si no tienes más remedio que comprar un tomate frito de bote, procura que los ingredientes vayan en consonancia y que el azúcar no sea el segundo tras el tomate.
Evidentemente, hay alimentos procesados que son adecuados y perfectamente compatibles con una dieta saludable. Todo aquello que suponga ahorrar tiempo con mínimas alteraciones en la composición original de los productos es bienvenido: conservas de todo tipo (generalmente en aceites de calidad o escabeches y legumbres cocidas), verduras lavadas y cortadas para sopas o cremas y productos ultracongelados, de nuevo, en el estado más original posible.
Evita el desperdicio
Nada da más pena que tirar comida a la basura. Por el tiempo empleado en su momento para elaborarla, por el gasto y, por descontado, porque hay demasiada gente en nuestro planeta que la necesitaría.
En el congelador tienes un gran aliado. Pero ojo, no es un armario del tiempo en el que la comida se pueda conservar eternamente. Por ello, ten siempre a mano en la cocina etiquetas y rotulador permanente para marcar cada cosa que congeles. Así te ahorrarás posibles disgustos y podrás priorizar tus menús.
Si, además, has planificado tu menú semanal y hecho un Batch Cooking con cantidades adecuadas, tus niveles de desperdicio alimentario caerán a mínimos. Garantizado.
Date algún homenaje
Por último, y no por ello menos importante, a nadie le amarga un dulce (o salado). Así que de cuando en cuando algún homenaje gastronómico no viene mal e incluso ayudará a que todos estos propósitos sean más llevaderos. Porque, a fin de cuentas, se trata de disfrutar con la comida.
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