¿Te acuerdas de cómo era la vida antes de ver los stories de tus amigos y famosos en Instagram, de echarte unas risas con vídeos de gatitos y coreografías en Tik Tok o de poder ver casi en directo el viaje de tu amiga Mari Carmen en Facebook como si compartieras habitación con ella?
Cualquiera diría que ha pasado una eternidad, pero las redes sociales llevan poco más de una década entre nosotros. Hoy, los Agatares te proponemos echar un pelín la vista atrás y vamos a tirar un poquito de nostalgia: ¿Cuánto han cambiado tu vida las redes sociales?
Cada 30 de junio se conmemora el Día Mundial de las Redes Sociales. Una iniciativa que se celebra gracias al fundador de Mashable, Peter Cashmore, quien consideró necesario dedicar una jornada al gran avance de comunicación y entretenimiento que han supuesto estas formas de interconexión.
No le faltaba razón a la hora de proponer esta efeméride. De hecho, hay decenas (o cientos) de situaciones cotidianas en las que las redes sociales están presentes y han modificado nuestra forma de hacer las cosas o relacionarnos. Piensa por un momento cuando en el recreo quedabas con tus amigos para jugar en la calle por la tarde o para hacer la cartulina con el dibujo de un volcán para entregar al día siguiente en el cole. Un lugar, una hora y todo el mundo aparecía aunque hubiera que esperar al más tardón o tardona del grupo. Hoy, para echarte unas tapas con los compañeros de trabajo o para quedar para una partida de pádel posiblemente tengas un grupo de Whatsapp. Pocos ya improvisan planes.
Whatsapp es a día de hoy una de las redes sociales más usadas del mundo, con más de 2.000 millones de usuarios (somos 7.700 millones en todo el planeta). Pero fue prácticamente ayer (en 2016) cuando alcanzó su primer millón de personas conectadas. Hasta entonces, te dejabas un riñón en SMS (benditos bonos de fin de semana) y, si cuentas alguna que otra cana, también tirabas de monedas de cinco duros para una llamadita en la cabina de la esquina. Más aún si era para contar secretitos a tus amigos o para llamar de tapadillo a aquella amiga o amigo que te hacía tilín.
Las veladas de verano al fresco en el pueblo con los vecinos de la calle serían el actual muro de Facebook donde enterarte de todo lo que pasa en tu círculo más cercano. Y los álbumes de fotos ya no se enseñan cuando vienen las visitas, puesto que pueden seguir tu vida en imágenes a través de tus post de Instagram.
Y qué decir de eventos como un concierto en el que los mecheros al aire (menos mal que cada vez fuma menos gente) han dado paso a las linternas de los móviles.
Hay, de hecho, quien critica que en eventos multitudinarios o experienciales haya gente más pendiente de la pantalla que de lo que está viviendo. Pero las redes sociales también nos permiten compartir esos instantes en la distancia con nuestros seres queridos. Volviendo al concierto, por ejemplo, gracias a una videollamada o una storie podemos compartir con un amigo que no haya podido venir al estadio su canción favorita.
No obstante, si hay empacho cada vez existen más sitios libres de redes. Restaurantes con consignas en los que el teléfono se queda a buen recaudo durante la cena o casas rurales que se publicitan con la ausencia de cobertura como un valor positivo para lograr la, a veces tan necesaria, desconexión que luego nos permite volver con más fuerza.
Redes sociales para todo
En poco más de una década, el número de redes sociales existentes se ha multiplicado. Las extintas Myspace y Tuenti o Fotolog dieron paso a Facebook, Twitter e Instagram. Junto con LinkedIn, para un perfil más profesional, y TikTok -con el poder de la imagen en movimiento- se encuentran en el top de las más utilizadas.
Existen más de un centenar de redes sociales que interconectan a los miles de millones de seres humanos que habitamos el planeta. Una globalización de la comunicación que resultaba impensable en el inicio del milenio y sin la que ya es complicado entender nuestra forma de vivir la vida. Y algunas de esas redes se nos escapan por ser de carácter muy local, para países como Rusia o China donde, sin embargo, gozan de gran éxito. Hasta la hermética Corea del Norte tiene una red social propia para sus élites.
Para gestionar perfiles personales, mensajería instantánea, fotografía e imagen, vídeo, vídeo en directo (streaming), música, juegos, foros, citas y amor, networking, gestión empresarial, microblogging, compraventa de artículos nuevos y de segunda mano, para compartir y monitorizar la actividad deportiva, marcadores y agregadores de noticias… El listado y las temáticas son, sencillamente, enormes.
Algunas de ellas nacieron en salas de estar o habitaciones. Por ejemplo, Mark Zuckerberg, creador de Facebook, ideó la red social en su cuarto de la residencia de estudiantes, aunque aún colea la polémica por el supuesto “robo” de la idea a varios compañeros de Harvard que podemos ver en la brillante película La red social. La red social por definición tiene 2.940 millones de usuarios activos, según datos del primer trimestre de este año, y se mantiene como la reina en el top mundial.
Y Linked-In, donde millones de personas han encontrado trabajo o ampliado sus horizontes profesionales, se ideó en la sala de estar de Reid Hoffman. Hoffman invitó a su círculo más cercano de amigos a sumarse (unas 350 personas) y hoy superan los 50 millones de usuarios.
Primero en la pantalla del ordenador y luego en nuestro bolsillo, ahora las redes sociales afrontan el futuro inmediato con la irrupción del Metaverso y el fenómeno de los NFT (de los que ya te hemos contado sus claves en post anteriores). Todavía deberá pasar algún tiempo para conocer si estamos ante dos revoluciones, ante dos nuevos giros de tuerca, o ante dos fiascos. Porque en el mundo de las redes sociales también hay burbujas que, a veces, se pinchan.
Lo que sí está claro es que las redes sociales llegaron para quedarse. Y que como todo en la vida, evolucionarán, cambiarán y se adaptarán a los tiempos que están por venir. No solo para formar parte de nuestras relaciones personales; también para contactar con empresas a través del comercio electrónico y el márketing y con organizaciones e instituciones de todo tipo.
En resumen, las redes sociales nos permiten una vida más conectada, más cercana a personas con las que compartimos intereses y, en esencia, una vida mejor siempre que se lleve un uso responsable. No obstante, hay momentos en lo más importante es lo que se vive en persona. En encontrar el equilibrio está la clave.
¿Cuál es tu red social favorita? ¿Cuánto tiempo le dedicas al día? Cuéntanoslo en nuestros perfiles en Facebook, Instagram, Twitter y Linkedin.