Corría todavía el verano de 2011 cuando hizo su aparición una app que con el tiempo ha tenido un impacto decisivo en el devenir de las redes sociales. Quizá poca gente podía por entonces imaginar hasta qué punto iba a llegar ese éxito, pero el lanzamiento de Snapchat es uno de los grandes acontecimientos de la historia del Internet reciente. No tanto por el éxito de la aplicación en sí, muy apagada de un tiempo a esta parte, e incluso eclipsada entre su público adolescente por otros productos más llamativos como Tik Tok, sino porque fue la primera en introducir el concepto de mensajes que se autodestruyen. En Ágatar analizamos hoy cómo esa visión de lo efímero ha acabado por dominar el mundo de Internet.
Esta app logró conquistar a 10 millones de usuarios en solo un año gracias a estos mensajes que desaparecían pasado un tiempo después de enviados, pero también a los momentos, la versión original de las stories. Ese tipo de publicación que solo está disponible por un tiempo limitado y que le valió una rápida fama entre el público más joven. No tardó en llegar el interés de otras de las grandes. Facebook puso encima de la mesa 3.000 millones de dólares en 2013 para hacerse con la app. Por entonces, Zuckerberg andaba preocupado viendo cómo los usuarios más jóvenes abandonaban su red social para irse a Snapchat, pero estos le rechazaron. En 2016 sería Google la que lo intentó por 30.000 millones, todo para obtener la misma respuesta. Snapchat se veía muy segura de su éxito.
La copia supera al original
Pronto las cosas empezaron a torcerse para ellos. También en ese 2016 Zuckerberg dio con la solución obvia: copiar el formato con las stories, que aparecieron progresivamente en Instagram, Facebook y por último incluso en Whatsapp. La operación le salió muy bien a la red social, que en solo ocho meses ya había conseguido que se generaran más stories en Instagram que en Snapchat, superando los 200 millones de publicaciones diarias. Desde entonces, las cifras de la segunda se han estancado e incluso han comenzado a descender, mientras que el crecimiento en los servicios de Facebook ha sido constante.
Así las cosas, está claro que consumir stories, pequeñas publicaciones que se ven en un momento, va camino de superar al muro, la forma más tradicional de comunicarse en redes sociales. Todo ello a pesar de la desventaja que puede suponer ese carácter efímero. Pero el éxito de Facebook viene al fin y al cabo de haberse sabido adaptar a las necesidades de un público variado, joven pero también empresarial. Las historias han ido ganando en posibilidades incorporando toda de clase de añadidos. Desde los recurrentes stickers a botones con los que se puede acceder directamente a una compra o a una encuesta. También destaca la posibilidad de añadir marcadores de cuenta atrás o ubicaciones.
Ahora las stories están empezando a llegar también a otros servicios. Twitter ha sido la última en subirse al carro con Fleets, su propia versión de este formato. Pero incluso otros productos en principio más ajenos a él como Spotify también los están empezando a incorporar. De cara al marketing su impacto va a seguir creciendo y obliga a las empresas a cambiar el modo habitual de comunicarse. Los mensajes largos, aunque sean audiovisuales, tendrán que dejar paso a otra realidad: mensajes cortos, directos y con mucho atractivo visual. Al menos para atraer a los más jóvenes.
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